En aquellos párrafos prometí, no sé si para mi mismo o para los lectores fantasmas de este espacio, destacar 10 filmes colombianos que me parecían bien hechos y que en contraparte demostraban no solo que aquí hay gente capaz de hacer buenos productos audiovisuales sino que además uno puede criticar y proponer en la misma medida.
Esta vez he querido ser un poco mas aterrizado y no catalogar las siguiente selección como las 10 mejores películas del cine colombiano o calificativos similares, simplemente busco rescatar esta decena de ejemplos que me parecen no solo bien logrados sino que vale la pena ver por alguna razón en particular. Quiero dejar claro igualmente que me faltan infinidad de películas de nuestra historia cinéfila por ver. Debo ser sincero al decir que ignoro lo hecho por Luis Ospina, Ricardo Gabrielli o Alejandro Landes por citar algunos y que tengo en deuda producciones como la Playa D.C, la sociedad del semáforo o 180 segundos entre muchas otras. Una vez dicho esto…

Satanás se apropia de dicho estilo para adentrarnos en los trágicos sucesos de restaurante Pozzeto ocurridos en 1986, y creo que logra no solo darle forma al hecho sino redimensionarlo al empaparnos de la vida de tres de sus participes, tres vidas totalmente distintas que se unen en un solo instante por caprichos del destino y que evocan toda una serie de sucesos que están pasando en una ciudad en el día a dia. Tres personas corrientes que se vuelven parte de un hecho trágico en el que queda claro que este tipo de sucesos nos puede alcanzar a cualquiera en algún momento.
Me encanta su ritmo, sus personajes bien construidos, sus tramas internas, su universalidad sin dejar de lado el localismo que necesitamos para identificarnos con ella (cuenta tu aldea y contaras el mundo) Rescato además su buena fotografía, su casting acertadísimo en mi opinión (Blas Jaramillo hace un papelazo en esta peli) y por supuesto su dirección, muy bien lograda, nada efectista ni maniquea, sencillamente un complemento ideal a un guion bien trabajado.
Hace poco la volví a ver y me percate de que hay diálogos en algunas partes que suenan forzados, creo que sería el único apartado a mejorar, pero por lo demás es una de las cintas nacionales que mas me gustan y que siempre estoy dispuesto a repetir.
2- La pena máxima (Jorge Echeverry) Aunque sobre el papel parezca otro burdo intento de la triada Trompetero-Dago Garcia-Caracol lo cierto es que a mi modo de ver esta cinta, escrita por Dago y ambientada en la prostituida y denigrada clase media colombiana, es de los pocos intentos de verdadero humor que se han hecho sobre un espectro que hoy más que nunca está presente en nuestras vidas. El futbol.
La película no tiene pretensiones artísticas ni menos, y de hecho tampoco parece perseguir la formula netamente comercial. Creo que divaga en un bache entre las dos corrientes sin ser parte de ninguna y tal vez ahí está su peculiar encanto, en que como pocas veces ha sucedido en el cine nacional, propone un humor critico, inteligente y de fácil digestión a las masas, porque ¿qué nos es más cercano hoy en día que el deporte número uno del mundo?
La pena máxima no me permite análisis sobrecargados de lógica, no permite una disección profunda. Nada de eso, más bien es un producto que entretiene, y que lo hace muy bien, que está adornado con un humor muy sutil y bien hecho, con unas actuaciones destacables y con un aura de ironía que la hace una comedia inteligente, un tipo de comedia que nos hace enorme falta en la actualidad.
La pena máxima es un agradable proyecto que divierte, nada más, y eso por más básico que parezca es bastante loable.

Un taxista y una mujer nocturna hacen de guías en este recorrido sórdido por la Bogotá no plástica, la cara menos bonita, la que no sale en los videos de Colombia es Pasión, y nos presenta así una serie de personajes oscuros y variopintos que son la verdadera fauna de la noche capitalina.
Visualmente está muy bien realizada. Todas esas sensaciones densas del peligro de las calles se perciben en cada plano y en la ambientación, siempre pensada en transmitir el estado de alerta que requiere habitar dichas calles. Pero además, los personajes principales son creaciones más humanas, mas sensatas, mas aterrizadas; son seres con vidas poco satisfactorias, que encuentran en la penumbra su hábitat natural, y que cargan con si distintas penas de lo que ha sido su vida hasta ahora.
Muy importante lo que esta película logra no solo con la desmitificación del héroe y la princesa, siempre pulcros en otro tipo de relatos, sino además con el tiempo, pues se atreve a condensarlo todo en una sola noche lo que le da una dimensión más realista a los sucesos que allí se dan.
Además de ello el personaje de Ángela es una delicia al ojo, en el buen sentido, pues no solo está muy bien actuado sino que es tan rico, tan abundante de matices que genera intriga, ganas por saber más de sus vivencias, de su propósito, de su que hacer en este mundo. Por otro lado, esa serie de secundarios que le rodean hacen más sugestivo ese ambiente que el director y guionista nos presentan.
Aun así, creo que le mayor pecado esta precisamente en su guion, uno que se hace nudos y líos que nadie ha pedido y que complica las cosas innecesariamente arruinando un final que podría ser mejor. Por lo demás es un producto de cine negro muy bien pensado, bien ejecutado y lleno de muchas posibilidades al atreverse a contar esa cara a la que no nos gusta ver de esta ciudad.

Nos solo es una historia vigente que no sucumbe al tiempo y que cae como anillo al dedo a esta actualidad, sino que además se viste de denuncia, lleva consigo una magnifica premisa en sus entrañas, y pone al descubierto una constante que ha tenido nuestra cinematografía a través de los años. La desigualdad social.
Me encanta el lenguaje anárquico con el que está construida, no solo desde su concepción técnica, sino desde sus personajes, la forma en que avanza la historia y el siempre épico “hay tienen su hijueputa casa pintada” que quedara grabado en la memoria de los cinéfilos por mucho tiempo gracias a la fuerza con la que se escupe esa frase a un antagonista, pero más que ello a los verdaderos villanos de la vida real, esos que se enriquecen con nuestro dinero, que nos explotan y que se vanaglorian de sus despreciables métodos para mantenernos a raya.
Esta es una de esas cintas que vale la pena ver cada nada, por la universalidad de su argumento, y por lo fastuosamente hecha y por un elenco que sin tantos faros y alfombras alrededor supo darle vida a semejante grito de protesta. Me quedo corto en halagos hacia esta película.
Si bien hay aspectos destacables dentro de su todo, creo que son dos puntos en específico los que me generan enorme respeto hacia sus implicados. Uno es referente a la historia, desde el punto que se tomo, es decir, el abordar el conflicto (algo tan latente en nuestra sociedad que ya hastía) desde una perspectiva de suspenso y no desde el clásico canon de lucha contra la guerrilla, es plausible, no solo por lo bien ambientado, lo cercano y creíble que nos resulta sino por lo arriesgado e innovador dentro de nuestra cinematografía al tomar un tema cliché y abordarlo con otro prisma.
Lo segundo es su muy buena realización, su ritmo sofocante, su luminosidad tenue hecha a propósito, todo ese vertiginoso andar que permite sentir lo que los protagonistas expresan, en pocas palabras una dirección estupenda. En fotografía y arte también hay que concederle elogios al llevarle al espectador imágenes rusticas, pesadas, cargadas de un horror y un suspense que hela la sangre con los minutos.
Adicionalmente, el paramo s una excelente muestra de que el buen cine también se puede hacer con pocas locaciones y un milimétrico sentido del incremento de las emociones. Con una historia clara y unos objetivos bien definidos. También hay que resaltar que el final no es el mejor, y que de alguna manera las justificaciones de lo sucedido en la trama no son precisamente las mas verosímiles, pero de todas maneras esta cinta representa un buen equilibrio entre cine de género aterrizado a nuestra realidad, y dentro de todo con interese comerciales sin ser por ello un mal producto.

Afortunadamente esta ha sido una de las películas colombianas que he ido a ver a cine y no me he arrepentido pues logro ver en ella un trabajo muy profesional, unas bases claras sobre lo que se pretende con ella y una detallada planeación en cada uno de sus aspectos.
Puntos fuertes siento que tiene varios. Las actuaciones por ejemplo se encuentran dentro de lo más alto, sino basta con ver a Blas Jaramillo en su papel de mafioso, a Marlon Moreno y Oscar Borda como matones y al entrañable, y gran actor Álvaro Rodríguez, una vez más en sus habituales roles jocosos y sádicos en un conjunto de “performance” magnificas, que le permiten a uno sentirse viendo cine y no televisión en pantalla gigante.
Como un plus, y notaran que soy muy repetitivo en esto, el relato es genialmente ambiguo, al mezclar los cánones del genero con la localia de una historia ambientada en una peligrosa ciudad y en un contexto muy rico gracias a esos pincelazos de magia negra, santería y premoniciones, tan nuestros, tan Colombianos.
Y bueno, démosle un par de meritos más al director, que supo ambientar a las mil maravillas esta ficción gracias a su fotografía amarillenta, sobreexpuesta, soleada, que se funde perfectamente con las sensaciones que se quiere transmitir al espectador. Por ello insisto en que la opera prima de este director es de lejos una de las películas más interesantes hechas recientemente y que demuestra que no es necesario romper y maniobrar excesivamente con los códigos de género para dar a luz a una idea bien fabricada.

Pero entonces ¿Qué hace a Paraíso Travel una película interesante o siquiera buena? Me atrevería a decir que es el reflejo fidedigno de la situación de cientos de compatriotas, y no solo nuestros sino de miles de personas de este lado del charco que huyen de sus hogares en búsqueda de una tierra que le brinde mejores oportunidades. Entonces me remito a que su fortaleza reside en el grado de veracidad que se imprime en esta ficción de amor que afortunadamente no camina con el color rosa y la meloseria barata sino que por el contrario se hace mas real porque como en la vida misma, las parejas cambian, las relaciones se acaban, las situaciones alteran a las personas.
No se exactamente a que se le puede llamar un cine muy humano pero si existiese dicha categoría creo que haría uso de tal apelativo para referirme a esta filme, porque personalmente me impacto mucho por lo visceral con lo que es contado, por supuesto que dentro de todo esta pensado en que genere esas emociones que a la final se transformen en taquilla, pero entonces me parece un objetivo bien logrado. Es decir, la propuesta esta bien efectuada porque el director es fiel a lo que quiere; una película con una narrativa muy colombiana que pueda ser vista en todo el mundo, e indudablemente cumple con ello. Cabe destacar que no estamos ante una historia que quiebre en dos a la cinematografía ni nada por el estilo, pero es innegable su factura perfecta, su excelente trabajo de guion, de interpretaciones (Margarita Rosa de Francisco, Angélica Blandón, Aldemar Correa) y toda su maquinaria en cierta manera hollywodense, pero no por ello mal realizada, todo lo contrario, emana profesionalismo en cada toma, y como sabemos, eso , en nuestra industria, ya es algo muy destacable.

Esta película bien puede jactarse de plantearnos una situación extrema en la que se juega con la incertidumbre ¿Qué pasara? ¿Cómo acabará esto? Esas y más interrogantes que no son nada fáciles de crear y mantener en el séptimo arte están condensadas en este genial film en el que fortuitamente nada es predecible.
Y me reitero a mi mismo al decir que Álvaro Rodríguez es uno de los mejores actores de este país, un tipo que no ha necesitado una cara bonita o un padrino particular para mostrarse y deja r claro el grado de respeto que tiene por las artes escénicas.
Un plus que es necesario agregarle a todo esto, es que al igual que la estrategia del caracol todos tus muertos se pone la túnica de la denuncia, de señalamiento, de indicar con el dedo a una problemática que no podemos esconder mas y que carcome lentamente poblaciones y locaciones rurales de nuestro país , y por supuesto que proviene de la maquinaria corrupta que se ha tomado cada puesto público y cada rincón del estado.

Peor con esta tara tan grande de entrada sigo pensando que es una película muy honesta y muy sencilla también, quizá volviendo al tema del neto entretenimiento al que hacía referencia con “La pena máxima” aquí la cosa pueda aplicarse desde un `punto de vista menos académico y mas vivencial.
La magia de esta película radica en su simplicidad, en sus aires cotidianos, en llevar a la pantalla una historia mínima que podría pasarle a cualquiera en la calle. Es en un alto grado un cuento de la vida misma, que bien puede pertenecer a nuestro padre, mejor amigo o vecino de al lado.
En cierto grado también carga esa moraleja de vida que si bien no me apetece en la mayoría de los filmes, aquí viene bien dosificado, o tal vez no implícitamente estipulado, como alguien que te enseña a través del ejemplo en vez de sermonearte.
Y aunque queda claro que su intención no es la denuncia, termina haciéndolo, de manera colateral quizá, con las desgarradoras imágenes y turbias situaciones de su accionar. Es otro descenso hacia la Bogotá subterránea, la que hemos querido esconder por mucho tiempo pero que incontrolable mete se hace cada día mas grande, la de los marginados de la sociedad.

Por mucho que nos duela, y aunque hoy en día existen cada vez más personas tratando de erradicar estos síntomas de la mal llamada malicia indígena, lo cierto es que La gente de la universal es el diagnostico final de lo que somos convertido en metraje.
Un desfile de personajes tramposos, desleales, ambiciosos, manipuladores, poco éticos pero vestidos con el cómodo traje del “echao pa adelante” es el resultado de esta película que sin ser una oda al arte audiovisual permite de una manera descarnada observar el comportamiento de una sociedad que hasta ahora comienza a ser consciente de sus errores.
Su encanto, para los mas nostálgicos, está también en ese banco de imágenes de lo que era la creciente metrópoli Bogotana a comienzos de la década de los 90, es ese un testimonio de la selva en la que se ha edificado esta nueva sociedad globalizada, que por aquel entonces aun se comportaba de manera parroquial y mezquina (no digo que ahora no).
Yo digo que vale la pena verla por el marco humorístico en el que está construida, que es de señalamiento a esas actitudes que han hecho de este país y sociedad lo que es, es entender los porqués del comportamiento de nuestra gente y visibilizar las conductas de este pueblo errante que por mucho tiempo vivió convencido de la burbuja en la que vivía.