Hay películas que trascienden sus propias expectativas y se
instalan en lo profundo del inconsciente general. Abandonan los carretes para adherirse
a la cultura general, ya sea por sus potentes historias, entrañables personajes
o situaciones memorables.
Creo que de ese selecto grupo, una de las cintas que mejor
resiste el paso del tiempo, y que además se ha hecho un hueco en el imaginario
colectivo es la saga de “El Padrino” de Francisc Ford Coppola y Mario Puzzo.
Obra compuesta por tres entregas y que a través de 60 años, retrata los entrecejos
de una familia ítalo-americana en su ascenso al poder.
No voy a ahondar en momentos de carácter argumental, sino
más bien a tratar de propiciar una visión más general de porque esta triple
entrega genera tanta emoción masiva desde el instante de su estreno, por allá
en 1972.
Nos encontramos entonces con una serie de elementos que
atrapan a todo tipo de espectador, pues bien se puede ser un total
ignorante en materia cinematográfica o todo un experto en el bagaje del séptimo
arte, y aun así coincidir y disfrutar de dicha historia, lo cual nos muestra que
este relato tiene tintes universales que escapan a la sectorización del público.
Dicho sea esto, aquí desgloso las razones por las que creo que nos gusta tanto "El Padrino"
El deseo de Venganza: Está grabado a fuego en el ser humano desde épocas inmemorables el deseo de
revancha. Es una sensación que nunca ha sido ajena a ninguna cultura a través
de la historia y por la que se ha derramado sangre tanto en la vida real como
en la ficción.
Ese inherente y primitivo anhelo de desquitarse o de tomar
parte en una ofensa, es algo que el hombre saborea y desprecia en igual proporción,
pero sea cual sea la cultura, religión, o circunstancia, todos hemos experimentado
alguna vez las incombustibles ganas de equiparar la balanza y devolver con
creces lo que consideramos daños que se han hecho contra nosotros.
En el cine muchas películas descansan sobre este visceral
deseo como mayor propósito de la trama. Una venganza que puede ser personal (Taken, Gran Torino) Social (V de Vendetta) o un poco de ambas (El jardinero fiel). De cualquier manera, el camino de la búsqueda de
compensación es algo recurrente en la historia de los Corleone, quienes no solo
la efectúan para sí mismos sino se prestan como brazo ejecutor a favor de otros
que lo solicitan.
En las 3 películas vemos como aquella frase de que “La
venganza es un plato que se sirve frío” es aplicada en toda la regla por Michael,
quien se muestra inmisericorde y calculador a la hora de llevar a cabo vendettas
que quitan del camino a enemigos que le han ofendido, incluso llevándolo a
extremos como la aniquilación de su propio hermano.
Justicia propia: Ligado al punto anterior. Si hay algo que el ser humano a buscado hasta la
saciedad desde que vive en sociedad, es precisamente la justicia. Primero
atribuida a los dioses, y posteriormente ejercida por personas a las que se les
ha encargado esta labor, el tiempo nos ha mostrado que dichos designios han
dejado de ser incorruptibles y cada vez se siente más difícil el acceso a una
justicia verdadera que equilibre el orden del universo.
Vivimos en una sociedad donde los políticos y la gente que se
supone nos protege, es quien más crímenes comete, y encima de todo ello,
tiene el descaro de llamarse pulcros cuando
roban y asesinan en nuestras narices. Es por ello que el humano moderno ansía
contar con los métodos para llevar a cabo una justicia por mano propia, a sabiendas
de que los mecanismos institucionales flaquean a la hora de otorgársela.
Allí es donde la figura del Padrino, primero personificada
en don Vitto, y posteriormente en Michael, se muestra a los demás como un proveedor de verdadera
equidad. Un ente que ejercerá de verdugo ecuánime si acudes a el.
Las fiestas de la trilogía nos dejan ver despavoridos
hombres y mujeres que buscan que se haga cumplir la rectitud en el mundo y que
se cobijan en la figura de los Corleone como hombres sabios, que harán justicia
por ellos. Hombres que escapan a la corrupción y los oídos sordos de la policía
y el gobierno, como lo corroborará Bonasera en la primera entrega.
Y claro, Coppola y Puzzo saben dosificar esa bondad con
guante de hierro. Por momentos pareciera que esta familia proveniente de
Sicilia no es más que un acto de bestias salvajes, pero luego se reivindican
ayudando y protegiendo a la comunidad en la que viven, ya sea en New York, Las
Vegas, Los Ángeles o la misma Sicilia. Es difícil que el espectador no se identifique con unos hombres que
tiene los medios para ejercer la retribución
que pides, y que encima de ello te traten de la mejor manera posible.
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Proveniente de la nada. Don Vito Corleone aparece en la
segunda cinta, como un italiano más en una
época austera, quien debe abandonar su propio país y llegar sin un
centavo a una tierra de la que no conoce ni su idioma. Poco a poco el joven
trasalpino se hace con un empleo corriente y una vida sencilla, pero la
oportunidad, disfrazada problema después
de ser despedido, es lo que lo hace reaccionar y darle otro enfoque a su vida
Ya no hay trabajador de una tienda de frutas sino un hombre
dispuesto a ciertas durezas para reclamarle al mundo lo que el cree le pertenece.
Y vemos como de a poco se hace un nombre en las calles, a través de prácticas
ilegales, evidentemente, pero también a través de un liderazgo e inteligencia
natos.
Esos rasgos calaran en su hijo Michael, quien lleva a la familia
a un grado mayor de dominio, y
posteriormente a un fallido intento por legalizarles en el mundo de los
negocios. Historias como la de Vito las hemos escuchado miles de veces en otros
protagonistas (Steve Jobs, Henry Ford, Diego Maradona...) y sus potentes
narraciones a las que es muy difícil escapar, sobretodo porque nos
identificamos fácilmente con los escollos que los hombres han tenido que pasar
en su camino a la gloria
Es la personificación del camino del héroe de Vogel. Una serie
de pruebas que le dan un halo de superioridad y una justa recompensa, a quien
las sortea.
En la cultura cinematográfica estas historias generan poderosos
vínculos, bien puede ser por caminos erróneos (scarface, Blow, Uno de los
nuestros) o por lo que se podría llamar la senda del bien (Forrest Gump, El
gran pez )
El código de honor:
un punto clave, por el que creo inicialmente que esta imagen de Cossa Nostra, resulta
más poderosa y atrayente que otras tantas símiles, como lo son la de traficantes
de drogas colombianos o mexicanos, que tan de moda están en el panorama audiovisual
El mundo en el que se desenvuelve la trilogía, es de unos
criminales con modales, peligrosos si se acercan a ellos, pero con una serie de
principios y de valores que consiguen una conexión con quien les ve. Son seres
despiadados que ejercen austeros trabajos, pero que a su vez, velan por sus familias,
por sus tradiciones espirituales, y por ciertos ritos de apoyo mutuo entre
cofrades (como entre italianos por ejemplo)
Esos mimos seres son capaces de alzar un imperio en el juego
y la prostitución, pero de igual manera de rechazar un negocio lucrativo cuando
sienten que este atenta contra sus principios (como Vito Corleone en la primera
parte)
Obviamente parte del mensaje de Coppola y Puzzo recae en el
hecho de que el crimen no paga, y nos lo muestran en las 3 piezas de esta obra,
pero a su vez siempre hay una camaradería entre personajes que tienen valores,
y que los hacen mas profundos.
En un punto, por citar un ejemplo, Michael será un hombre
vacio de alma que solo se mueve por intereses monetarios y de dominio, pero sus
más cruentas acciones vienen acompañadas de ofensas muy fuertes a su credo
personal ( Fredo traiciona su lealtad y Kay su estructura familiar)
No busco humanizar a criminales, se a cual sea su
procedencia, pero la época y el ambiente en el que están ambientadas las películas
del Padrino nos dejan ver personajes palpables, poco estereotipados, de carne y
hueso, y que aun cuando erran, lo hacen movidos por una filosofía propia y un código
grupal que los separa de un burdo delincuente tradicional
En este apartado cabe señalar que tanto el guionista como el
director le han dotado a la mayoría de los caracteres de la organización, un
aire de elegancia y misterio en iguales proporciones. Dos adjetivos poco aplicables
a la imagen de mafioso local que reina en estos días
La Familia: para
quienes vivimos en familias numerosas será una fuerza muy atrayente en esta
triada fílmica la de la composición familiar de los Corleone, sobretodo en la
primera parte.
El mundo diegetico de la cinta nos introduce en un clan numeroso, y que se apoya mutuamente. Lleno
de diferentes personalidades que se compaginan entre sí bajo el básico amor
entre conyugues. Es difícil no escapar a la identificación propia y de la
familia misma al ver a Sonny en el papel de buscapleitos, a Connie como la
protegida por sus hermanos, a Michael llevando la contraria a la tradición de los Corleone, al torpe y
poco hábil de Fredo o al Don ejerciendo su mando desde una de las salas de su
casa. Todas son situaciones incrustadas en la memoria propia que nos son más
que conocidas porque las hemos vivido de alguna manera
Pero esta es una familia que rescata valores clásicos de la
sociedad de principio del siglo pasado, y que se ha vendió perdiendo con el
tiempo. Dichos valores como la unidad, el respetó de hijos a padres o los
negocios familiares son códigos tradicionalistas que se han modificado y
quebrado con la industrialización del mundo y que son difíciles de hallar en
nuestros días
Creo que todo se resume en los momentos en que se congregan a cenar. Esas
simples escenas develan todo el entramado de relaciones que hay en esta estirpe
siciliana. Una mesa con comida es capaz de reunir a padres, hermanos, nietos,
sobrinos, hijos adoptivos e incluso a amigos de la familia. Todos, en el rito
de la alimentación olvidan por un momentos sus problemas externos y entre si y
se entregan al cálido momento de compartir instantes con los seres con los que también
comparten su sangre.